Según la Real Academia de la Lengua Española - RAE, un arte es la capacidad o habilidad para hacer algo, también un conjunto de preceptos y reglas necesarios para hacer algo, y, de acuerdo a la misma RAE, un arte es un instrumento que sirve para pescar.
Aunque parecen no estar relacionadas, las tres definiciones son acertadas para definir la pesca. Ser pescador es un arte, un oficio que requiere de tantas habilidades, destrezas, y conocimientos de las aguas, mareas, lunas, especies y movimientos del viento. Pescar es un arte, de esos para los que se requiere bastante talento, mucha pasión y mucha paciencia. Y así también, los instrumentos o aparejos que se usan para pescar, pueden ser considerados como arte, no solo por su instrumentalidad para el oficio, sino por la belleza del tejido de las mallas, y la habilidad que requiere el ensamblaje de las diferentes artes de pescar. Seguramente pocos han tenido la oportunidad de ver tejer una atarraya, un trasmallo, o cómo arman una línea de 200 anzuelos. Nada más fascinante, y además de hermoso, complejo.
Cuando hablamos de aprovechar los recursos pesqueros que los océanos nos ofrecen, hablamos de pesquerías, y en nuestro país, aunque no son uno de los renglones más importantes de la economía, si son fuente de subsistencia y de generación de ingresos para una gran cantidad de personas que ejercen la pesca artesanal en los litorales marinos del Caribe y el Pacífico. En el mar, esta actividad se realiza generalmente cerca de las costas, con embarcaciones pequeñas de autonomía limitada, es decir, que no pueden permanecer por muchos días mar adentro, de forma manual y con artes de pesca que representan un gran esfuerzo físico. Las artes de pesca son importantes, no solo como instrumento del oficio y representación cultural del pescador, sino porque según sus características, contribuyen o no al sostenimiento de la biodiversidad marina.
En términos generales, las características que estos aparejos deben cumplir son, que:
Sean selectivos, es decir, que capturen solo las especies objeto de la pesca y en los tamaños recomendados. De esta forma, se reduce la incidentalidad de especies no objetivo y de juveniles, lo cual favorece la sostenibilidad de las especies.
Sean efectivos para asegurar buenas capturas, en términos de volumen, a un bajo costo.
Sean reglamentarios o cumplan con los lineamientos establecidos por la autoridad pesquera competente, según la pesquería en la que se use.
Promuevan una buena calidad en los recursos capturados.
Generen el menor impacto sobre los hábitats.
Conforme a eso, los artes de anzuelo como las líneas de mano y los palangres, o espineles, son altamente selectivos porque seleccionando el tipo, tamaño y la cantidad de anzuelos, el calibre del monofilamento, el material del reinal y hasta la carnada correcta, se pueden orientar las capturas a una especie y tamaño particular. Sin embargo, el arte ideal existe, pero el perfecto no, porque ninguno cumple a cabalidad con todas las características deseadas, especialmente en un país tan biodiverso como el nuestro. Por ejemplo, en el campo, cuando siembras papas, cosechas papas. Incluso en acuicultura cuando cultivas truchas, cosechas truchas, porque todas las condiciones requeridas están controladas, pero cuando lanzas una malla o una línea de anzuelos al océano nunca sabes con certeza qué es lo que vas a capturar. O ¿cómo le sugieres a un mero que no se vea tentado por la carnada que se puso para un pargo?
Por eso, además del arte de pesca adecuado, para garantizar la sostenibilidad de los recursos pesqueros es fundamental el compromiso de las comunidades para ejercer sus actividades con responsabilidad, por ejemplo, devolviendo al mar los juveniles o las especies no objetivo que caigan en sus líneas, usando redes con el ojo de malla adecuado o evitando abandonar sus artes en mal estado en el mar.
En el Programa EcoGourmet, iniciativa de Conservación Internacional, trabajamos con 10 organizaciones de pescadores comprometidas con esos criterios de responsabilidad ambiental. Dichas organizaciones han sido fortalecidas y capacitadas para garantizar el cumplimiento de los mismos. Sin embargo, todo el trabajo de las comunidades, el tejido de una malla y el esfuerzo de pescadores en faena puede ser vano si como consumidores no privilegiamos este tipo de pesca a la hora de pedir un plato. Cuando compras pescados o mariscos en un supermercado o restaurante, ¿conoces el arte con que fue capturado? Elige lugares que te ofrezcan esa información para que puedas tomar decisiones a conciencia.
Tatiana Meneses Lamilla
Asesora para el relacionamiento comercial
Programa EcoGourmet
Conservación Internacional