¿Tecnología y Pesca Artesanal?
Por: Tito Muto, Conservación Internacional y Carlos Mario Figueroa, Mucho Colombia
Como seres vivos, los humanos tenemos la necesidad de conseguir alimentos y alimentarnos. Esto, a menudo lo logramos gracias a tiendas, supermercados, mercados de abastos, entre otros, que han hecho el proceso de conseguir alimentos más sencillo. Sin embargo, rara vez encontramos en ellos la información completa sobre el origen de los mismos y siendo honestos, pocas veces nos preguntamos ¿realmente conozco lo que estoy comprando para comer? Incluso, aunque pensemos que sabemos qué estamos comprando, la realidad es que hay muchos puntos escondidos dentro de esta pregunta, ya que la mayoría de personas no conocemos los métodos de producción de los alimentos, las realidades de las zonas rurales del país, ni la cadena de personas y acciones que permitieron que ese producto esté en nuestra casa.
Es por ello que surge el término denominado trazabilidad, el cual básicamente nos ayuda a responder el ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo? Y ¿Dónde? de un producto, es decir, nos revela la trayectoria de este, dejándonos claro quienes estuvieron involucrados con él, como lo produjeron y donde lo produjeron.
Parte de la importancia de este concepto de trazabilidad se debe a que a través de ella se puede lograr una mejor eficiencia en la cadena ecológica de suministro. Esto se logra al hacer visible, a través de datos claros y confiables, de dónde viene el producto, la especie, la talla y el método de captura, para evidenciar si fue producido de manera equilibrada con los ritmos de la naturaleza. Adicionalmente también nos permite conocer el beneficio económico que un alimento tiene sobre los habitantes del territorio donde se produce. Así, la trazabilidad permite entender la relación del consumo con el bienestar de la naturaleza y de las comunidades rurales, brindando herramientas para poder crear cadenas más justas y ecológicamente sostenibles.
Para hacer el concepto de trazabilidad efectivo en la realidad, se necesita de herramientas tecnológicas que permitan la recolección de datos e información de manera confiable, clara y escalable. En un país como el nuestro esto es todo un reto: solo uno de cada seis hogares de las once millones de personas que viven en el área rural tiene la posibilidad de usar los servicios de internet. ¡La cobertura en las zonas rurales no supera el 10%!
Sin embargo, las dificultades de la realidad no significa que sea un trabajo imposible. Por ejemplo, un programa aplicado por el Ministerio de tecnologías (MINTIC) en la zona de la Boquilla de Cartagena llamado, ‘Pescando con redes móviles’, asesoró a los pescadores de la zona en formas de tecnificar la actividad pesquera. En una población con un nivel analfabetismo alto, la tecnología permitió, a través del uso de portátiles y tabletas digitales, que la comunidad pesquera conociera información fundamental para mejorar sus faenas de pesca y manipular adecuadamente el alimento. Lo anterior desembocó en una mejora en la competitividad, no solo evidenciada en mejores condiciones de producción, sino en un incremento de ventas.
Buscar un equilibrio entre la naturaleza (las aguas), lo que esta nos ofrece (la pesca), las comunidades que necesitan de ella para tener un medio de sustento (los pescadores y piangueras) y quienes tenemos la necesidad de alimentarnos (los humanos), hace necesario un comercio responsable, que cumpla con los estándares mínimos de protección a la naturaleza, pago justo y precio razonable. ¡Semejante tarea!
La tecnología une los esfuerzos de unos con las necesidades de los otros, a miles de kilómetros de distancia. Las aplicaciones basadas en nuevas tecnologías sirven también para valorar el trabajo, acortar la brecha de desigualdad y conocer la realidad del otro. Si la tecnología hace posible conocer el ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo? Y ¿Dónde? del pescado que comes, ¿te sumarías a la causa de realmente lo que comes? Conoce más aquí.